jueves, 19 de junio de 2008

La poesía es aquello que dice lo inefable de la filosofía

Para entender el título partamos por la que, al parecer, es la palabra más dificil. Inefable viene del latín fanere, que explícitamente significa hablar. Lo inefable es así, lo que no puede ser dicho, lo que no puede hablerse. Por ello fanere tiene otro uso en nuestro idioma, así, cuando decimos in-fante, nos referimos a alguien que no habla. El niño es el que aún no puede hablar, por eso se define.

Entonces ¿qué es aquello que la poesía puede decir pero la filosofía no es capaz? Esas cosas, son curiosamente los misterios más profundos de la filosofía. Ante ellos el filósofo se hace niño, infantil. Puede preguntar, pero no puede decir nada al respecto, porque las palabras se le hacen cortas. El filósofo es el infante que se sorprende (¿por qué perdemos esa capacidad al ir creciendo?) pero no es capaz de responderse, porque las respuestas que busca no vienen en las palabras. Poco nos dice la palabra "dolor" del dolor mismo, poco "amor" de lo que significa amar. Poco nos dice "Dios" de Dios. Si pregunto como niño asombrado, ¿qué es el dolor? ¿qué es el amor? ¿qué es Dios? poco pueden responderme las palabras del filósofo.

Pero ¿qué hace de especial la poesía? ¿no usa acaso, ella, las mismas palabras que la filosofía? ¿Cómo es que la poesía puede decir lo que la filosofía no puede? La diferencia fundamental, entre poesía y filosofía es el uso que le dan a las palabras. Para entender esto debo introducir algunos conceptos que después se entenderán mejor.

Podemos decir que el hombre tiene dos formas de conocimiento. Una es la que está antes de las palabras, la otra es la forma de conocimiento propia de ellas. Para aprender a andar en bicicleta yo necesito la primera forma, no la segunda. No importa si he leído un extenso tratado sobre como andar en bicicleta, la primera vez que me monte en una, voy a terminar en el piso. Ese conocimiento, está fuera de las palabras, aunque ellas pueden ayudarlo a desarrollarse, a surgir, a despertar. Por otra parte, el conocimiento que aprendo en la clase de historia, es solo conocimiento de palabras, el hombre históricamente ha cometido el error de reconocer sólo este último como conocimiento.
Así, ¿por qué la palabra "dolor" dice tan poco acerca del dolor mismo? el dolor, está en la primera forma de conocimiento, no en la segunda. Puede llevarse a la segunda como cuando se ponde en un diccionario, el dolor es.... pero tal definición, no es el dolor mismo, que es conocido más propiamente cuando simplemente sentimos dolor.

Pues bien, respecto a los dos conocimientos, el uso que la filosofía y la poesía dan a las palabras es muy distinto. Por un lado la filosofía busca a llegar a las verdades por las palabras mismas, busca el sentido de las cosas en ellas. Así, no muy lejos estamos del proyecto de Sócrates de encontrar las definiciones de las cosas, y con ellas alcanzar la verdad. Por otro lado, a la poesía no le interesa la verdad en este sentido, sino en el sentido anterior a las palabras. Lo que intenta la poesía es evocar. Ahí está el dolor, lo sentimos sin palabras porque ellas no son capaces de explicarlo. La poesía toma ese sentimiento, y busca palabras que me sirvan como puente. Así, cuando leo un poema sobre el dolor, algo mágico hace que se mueva en mí, y surga el sentimiento de dolor que yo ya conozco, aunque no por la vía de las palabras.

Como opera esa magia, de hacernos ir hacia lo inefable, de hacernos retroceder a los sentimientos originarios, ajenos a la razón silogística y sus impetus de única verdad, es algo que no puedo explicar.

1 comentario:

Macuca dijo...

Es una pena que la EDUCACIÓN se haya olvidado de enseñar lo inefable...
Porque lo inefable está, yo creo, intrínseco en el ser humano.


Y sino cómo se explica que hasta hoy existan músicos, y artistas en general?

tqm hoy